miércoles, 18 de enero de 2012

ACTIVIDAD 1 Crítica Reflexiones dePaz

Instrucciones: En nsu libreta, elaborar una crítica de no menos de media cuartilla sobre la siguiente reflexión realizada por Octavio Paz:


Reflexiones de Octavio Paz


Octavio Paz fue uno de los mas prolijos literatos que dio nuestro país en el siglo XX entre las diversas facetas que tuvo en las letras fue poeta, escritor, traductor y ensayista; además de diplomático, difusor de la cultura, las artes y la literatura. También se distinguió por se un hombre critico a los eventos de su época y a realizar un análisis profundo de la historia y sus coyunturas, con reflexiones precisas en muchas ocasiones se adelantaban a los eventos de su tiempo.


“La producción y la distribución ilícita de drogas se ha vuelto un inmenso negocio, controlado por bandas sin escrúpulos; a su vez, los resultados morales y sociales del uso generalizado de esas substancias es aterrador: millones de seres humanos, principalmente jóvenes, han sido esclavizados por el habito que los destruye física y moralmente. Estamos ante una dolencia social más grave que la del alcoholismo. Al mismo tiempo, es claro que las medidas represivas no han sido ni serán capaces de erradicar el uso de las drogas. La complejidad del problema, a un tiempo social y psicológico, económico y político, me prohíbe tanto pronunciarme sobre sus causas como proponer un remedio. Pero estos escrúpulos no deben ni pueden impedir que me atreva a exponer un puñado de comentarios. […]
La gente no se inyecta ni ingiere esas substancias por maldad o perversidad. Tampoco por ignorancia, aunque no niego que algunos, sobre todo los muy jóvenes, desconocen a veces el peligro a que los expone su uso. No descuento la importancia de otro factor: la imitación. Tomamos drogas porque un amigo, un vecino o nuestra amante las toma. Es un efecto negativo de la facultad imitativa de los hombres, en la que veía Aristóteles una de las superioridades de nuestra especie sobre los otros seres vivos. Las drogas corrigen levemente al filósofo: si la imitación es el camino al aprendizaje, también es el de la perdición. Pero ninguno de estos factores –podría añadir otros, unos psicológicos y morales, otros sociales y económicos- explica enteramente el fenómeno. Para entenderlo un poco debemos comenzar por reconocer que el uso de las drogas corresponde a una necesidad psicológica. Las causas que provocan esa necesidad son muy variadas pero pueden resumirse en una: el desamparo espiritual, muchas veces también material, a que nos condena la sociedad contemporánea. El examen de las causas de este desamparo implica el examen de la naturaleza de la sociedad moderna. Es una tarea vastísima, que ha sido intentada muchas veces y con resultados contradictorios. No me propongo, por supuesto, tratar este tema y me limito a observar que, si de veras se quiere combatir el uso de las drogas, debe empezarse por el principio, es decir, por la reforma de la sociedad misma y de sus fundamentos sociales y espirituales.
Una vez sentada esta modesta premisa, haré un comentario más. Dije que el desamparo provoca una necesidad: ¿cuál es la índole de esa necesidad, como se llama? Nace de una carencia y tiene muchos nombres. Se manifiesta a veces como una sed de reposo y de olvido, otras como una sed por ir más allá de nuestras vidas mezquinas y tocar lo que nos prometen los cuentos y mitologías. Es un ansia por salir de nosotros mismos para encontrar ¿qué? Nadie lo sabe exactamente. Sabemos, si, que esa angustia es sed de felicidad, sed de bienestar. Las fallas de nuestras sociedades son múltiples y diversas, unas materiales y otras espirituales, unas económicas y otras políticas, pero a todas ellas las engloba la palabra malestar. La sed de bienestar es la respuesta al malestar de la sociedad y de los individuos. Las sociedades del pasado satisfacían esa sed de muchas maneras. Eran comunidades más pequeñas y menos heterogéneas e impersonales; cada uno vivía dentro de una red de relaciones afectivas: la familia, el clan, la cofradía artesanal, las hermandades, las asociaciones profesionales, los barrios, las iglesias y las parroquias. El individuo no se sentía solo en el mundo. Y tenía al trasmundo: los sacramentos, los ritos, las ceremonias religiosas. El tiempo no era una sucesión vacía ni su transcurso era medido por el reloj del alba y el mediodía, el atardecer y la noche. Cada año, en ciertos días señalados, el pasado y el presente confluían y con ellos los muertos y los vivos: la fiesta era más que una pausa, una congregación de los tiempos. Hemos perdido todo eso. Vivimos en el desierto urbano.”